La doctrina del diezmo (parte 1): la historia, la tradición y la Biblia
Una doctrina que jamás falta en nuestras iglesias es la doctrina del diezmo. Tanto se enseña hoy del diezmo, que esta práctica parece estar fuera de todo cuestionamiento. Todo cristiano es enseñado en la doctrina del diezmo y es instruido cuidadosamente en su obligación a diezmar.

Muchos congregantes en nuestras iglesias ni siquiera han entendido la regeneración, pero sí entienden el diezmo. Muchos miembros de nuestras iglesias no son salvos, pero están diezmando. Algunos incluso han llegado a pensar que el hecho de que están diezmando en una iglesia les otorga ciertos derechos delante de Dios, como si por diezmar, ellos estuviesen ahora en posición de reclamarle favores a Dios.
Esto sucede porque el diezmo se predica demasiado, y si el predicador es lo suficientemente astuto, esta doctrina tiene grandes alcances psicológicos.
Tanto se predica esta doctrina hoy, que el diezmo es tan indiscutible como lo es la salvación por gracia. Si alguien se opone al diezmo, es un impío, un mundano, un desobediente, un mezquino, y un potencial recipiente de todas las maldiciones habidas y por haber, en esta vida y en la próxima, ya que el arco de Dios se ha tensado, y sus flechas ya están apuntadas hacia todos los no-diezmadores.
Algunos pastores son más osados que otros al enseñar el diezmo, pero sea como sea que se enseñe, el diezmo siempre aparece como algo mandatorio, y es una actividad obligatoria en el pueblo de Dios. Si eres cristiano, diezma. Si amas a Dios, diezma. Si quieres ser obediente, diezma. Si quieres la bendición de Dios sobre tu vida, tu familia y tu trabajo, diezma. Si quieres salud y prosperidad, diezma. Si tu matrimonio está atravesando problemas, y resulta que no estás diezmando, pues bien, ya conoces la causa del problema: ¡diezma! Si no quieres que todas las maldiciones de este libro de la ley te persigan y te alcancen, hasta que seas consumido de la tierra, ¡diezma!
Pero el hecho de que el diezmo se enseñe como doctrina cristiana, no lo hace bíblico. El hecho de que nadie cuestione una tradición, no la vuelve verdad. Y el hecho de que pocos se informen de si estas cosas son realmente así, no significa que lo sean.
Es más, el hecho de que esta práctica se haya vuelto una tradición inalterable por siglos de nuestra historia eclesiástica, no significa que la Iglesia primitiva tuviese esta costumbre. Así que para comenzar con la doctrina del diezmo, y de sus inconsistencias en la Iglesia moderna, tenemos que retroceder en la historia, para ver cuándo fue que el diezmo se volvió mandatorio en la Iglesia Cristiana.
Si el diezmo es realmente una doctrina para la Iglesia, debemos poder encontrar evidencia de ello en el Nuevo Testamento, pues toda la doctrina de la Iglesia se encuentra en el Nuevo Testamento. Entiéndase por favor, que yo no soy de los que descartan el Antiguo Testamento para la vida cristiana. Absolutamente no. En verdad, yo no creería en el Nuevo Testamento, sin tener el Antiguo Testamento primero, poniendo todo en su propio contexto revelacional.
Pero entendamos lo siguiente, Dios inspiró a los santos apóstoles, quienes fueron los pilares del establecimiento del Evangelio en el mundo, para instruir a la Iglesia en todas las cosas que el Señor nos ha mandado. La Biblia nos dice dee la iglesia primitiva que ellos "perseveraban en la doctrina de los apóstoles." (Hechos 2:42) Así que todo lo que hoy se considera doctrina cristiana, el Espíritu Santo lo estableció a través de ellos. Y si el diezmo fuese una doctrina que vino de los apóstoles, deberíamos poder encontrar esta enseñanza de su propio puño y letra. Sin embargo, la realidad es muy distinta.
El Diezmo en el Nuevo Testamento
Si usted se toma el trabajo de estudiar con cuidado el Nuevo Testamento, verá algo sorprendente: la palabra diezmo aparece solamente un puñado de veces, y en dos contextos nada más, que son:
1) De boca de Jesús, en la parábola del fariseo y el publicano (Lucas 18:9-14), y en la reprensión de Jesús a los fariseos (Mateo 23:23; Lucas 11:42). En ambas ocasiones el diezmo es presentado con sarcasmo, describiendo a hombres que se creían justos delante de Dios porque, entre otras prácticas religiosas que observaban, diezmaban.
2) En el libro de los Hebreos, siempre en un contexto de comparación entre el antiguo pacto y el nuevo, y la abolición del antiguo pacto por el nuevo. Eso es todo. No hay mandamiento de los apóstoles a la Iglesia, de que debían diezmar. No existe la doctrina apostólica del diezmo, en ninguna parte de las Escrituras. La Biblia no nos presenta ninguna evidencia de que el diezmo fuera parte de la vida de la Iglesia del primer siglo.
Las cartas apostólicas sí nos dan varios pasajes con amonestaciones a dar a los pobres, y a dar a aquellos que son los ancianos u obispos de la Iglesia, pero nunca en el contexto de un diezmo. Lo que resulta interesante. De tantos mandamientos, y tantas amonestaciones que hallamos en el Nuevo Testamento, no encontramos ni siquiera una que diga: "Iglesia, debes diezmar." Entonces, si eso no aparece en la Biblia, ¿era esta práctica común en la Iglesia primitiva? La respuesta es: no, la Iglesia primitiva no fue enseñada en la doctrina del diezmo. Así que ahora se nos presenta un gran desafío, y es este: si la Iglesia primitiva no diezmaba, ¿de dónde sale la doctrina del diezmo que es tan común en nuestras iglesias, no solo en Latinoamérica, sino en todo el mundo?
Esta es una de esas cosas que hacemos sin pensar porqué las hacemos, y cuando alguien nos pregunta la razón para lo que hacemos, lo único que podemos señalar es nuestra tradición, pues no podemos ir a la Biblia y demostrar que lo que estamos haciendo sea cien por ciento bíblico.
Ya sé que para este entonces, habrán unos cuantos que estarán listos para presentarme toda la evidencia ante cristiana que se encuentra en la Biblia tocante al diezmo, sin embargo, todos aquellos que están ya afilando sus cuchillos para contrarrestar cualquier cosa que yo esté por decir, deberán lidiar con este desafío: Edifique su caso a favor del diezmo, utilizando doctrina neotestamentaria. El único caso que permitiría un argumento válido (argumento malo, no obstante válido), es el caso que encontramos de Abraham dándole los diezmos a Melquisedec (Hebreos 7).
Los que así enseñan, dicen que siendo Melquisedec una aparición de Cristo en el Antiguo Testamento, esto confirma la doctrina del diezmo en la Iglesia Cristiana, ya que el patriarca Abraham le dio los diezmos del botín a Melquisedec. Hay dos problemas con esta interpretación del texto: primero, que ignora el contexto de la carta a los Hebreos; segundo, que en tal caso, la circuncisión también vino de Abraham (Juan 7:22) 400 años antes de la ley (Romanos 4:11; Gálatas 3:17). Sin embargo Pablo se esmera muchísimo en debatir en contra de la circuncisión como parte de la vida cristiana, y tenemos una buena parte de la carta a los Romanos lidiando con el tema de la circuncisión y la fe, y tenemos toda la carta a los Gálatas refutando la práctica de la circuncisión. Sin embargo, tenemos que entender algo: la circuncisión no era algo de la ley Mosaica, sino que era de los patriarcas, al igual que el diezmo. Así que, todos aquellos que enseñan el diezmo basados en la idea de que Abraham diezmó, tendrán que continuar circuncidándose.
Por otro lado, cuando la carta a los Hebreos menciona a Abraham dando diezmos a Melquisedeq, lo hace para demostrar que todo el sacerdocio levítico (estando aún en los lomos de Abraham), ofreció sus diezmos a aquel que sería el propiciador de un Nuevo Pacto, demostrando que este era superior al viejo.
Me dirán entonces, "El Nuevo Testamento presenta abundante evidencia en contra de la circuncisión en la vida de la Iglesia, mas jamás se presenta evidencia en contra del diezmo." A modo de respuesta introductoria, me gustaría recordarles este episodio:
Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien. (Hechos 15:24-29)
¿Recuerda lo que estaba pasando aquí? Habían ciertos "apóstoles," que la Iglesia no había enviado, enseñando a los nuevos conversos en Asia Menor que debían observar la circuncisión y toda la ley --lo que incluía el diezmo-- para poder ser salvos. ¿Y cuál fue la respuesta de la Iglesia? "Ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas... que os abstengáis de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación." ¿Por qué no dijeron aquí "y que además diezmen"? Obviamente esta no era una práctica que ellos observaban en la Iglesia. La razón de esto es simple: el diezmo judío era un impuesto (no una ofrenda) que se debía pagar para el mantenimiento del servicio del templo y de la tribu sacerdotal. Si bien constituía parte del servicio religioso, era un impuesto. El reino de Israel, como estaba previsto en la ley de Moisés, era una teocracia (a diferencia de todos los otros reinos vecinos a ellos, que eran monarquías.) Dios era el rey de esta teocracia. Y por esta causa, Dios había establecido en su ley que por medio del diezmo, Israel sostuviese a aquellos que se dedicaban de lleno al servicio de Jehová, y que tenían por ministerio cargar con la iniquidad del pueblo (de esto hablaremos en otra ocasión).
El diezmo como deber civil
Ahora, si usted observa en el libro de los Hechos, usted puede ver que los apóstoles se congregaban en el templo judío (Hechos 3:1). Pablo ofreció votos, según era la costumbre judía (Hechos 18:18; 21:23). Y esto es porque ellos aún observan la ley judía. Una de las cosas que Dios tuvo que trabajar mucho en los apóstoles y en la Iglesia primitiva, era la idea de que ellos habían sido liberados del poder de la Ley, por Cristo Jesús. Sin embargo, ellos eran judíos. Así que culturalmente, hacían las cosas que todo judío hacía. Y legalmente, ellos cumplían con las cosas establecidas en la Ley de Moisés (pues era la ley del reino teocrático en donde vivían).
Es posible entonces que los cristianos judíos de la Iglesia primitiva hayan diezmado, pero no a la Iglesia, sino a los levitas, como estaba establecido en la Ley --¿o usted pagaría sus impuestos a la Iglesia?
Sin embargo, esta costumbre judía nunca se introdujo en la Iglesia primitiva como ordenanza, puesto que esta no era una ordenanza religiosa, sino un deber civil. Por esta razón, la práctica del diezmo no existía entre la comunidad de Cristianos. Y a medida que los creyentes judíos eran expulsados de las sinagogas y del templo, y a medida que la persecución por parte de los judíos aumentaba, la costumbre de diezmar a la tribu de Levi cesó por razones externas, siendo muchos de ellos esparcidos a lo largo del imperio Romano.
En el próximo artículo, ejemplificaré la doctrina del diezmo, como se predica hoy. Luego, pretendo dar una sencilla reseña histórica del diezmo en el Antiguo Testamento-sus motivos, sus formas y aplicaciones-y el Nuevo Testamento --la causa de la ausencia de esta enseñanza en la doctrina de los apóstoles-- y la reaparición del diezmo en la era cristiana bajo la Iglesia Católica. Pretendo demostrar, por medio de la historia, que el diezmo no pertenece a la doctrina de la Iglesia Cristiana.