La doctrina del diezmo (parte 3): La moderna doctrina del diezmo en la iglesia evangélica
			            Aquí presentaremos la verdadera doctrina del diezmo moderno. Aquí veremos cómo los grandes oradores del diezmo han distorsionado la Palabra de Dios, y veremos cómo se predica el diezmo hoy. Trate de mantener en contexto todas las citas de teólogos, predicadores, reformadores e incluso hasta los más antiguos padres de la Iglesia, que fueron citados en la parte 2. Y así es como la predicación del diezmo se desenvuelve:

¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos (Malaquías 3:8-12).
Este pasaje solo logra grandes objetivos, pues es capaz de generar algo en la consciencia de la persona, que ningún otro pasaje de la Biblia logra, y ese algo es el deseo de diezmar. La razón para esto es muy simple: este pasaje acusa a aquellos que no diezmaban de ladrones, pues le habían robado a Dios. Así que, mal usado, este pasaje se convierte en el mejor medio para enseñarle al cristiano que el que no diezma, le está robando a Dios, y usted no quiere robarle a Dios, ¿o sí? Porque si usted le roba a Dios, entonces "malditos sois con maldición," y esta maldición alcanzará a todos los aspectos de su vida, todo lo que toque y emprenda será maldito, nada de lo que haga tendrá el apoyo de Dios, Dios se manifestará directamente en contra suya si usted ha dejado de diezmar religiosamente, y la maldición no será levantada de sobre usted, hasta que traiga todos sus diezmos al alfolí. Todos. No puede faltar uno, porque Dios tiene anotado bien clarito todo lo que Él le dio, y si Él ve que los números no cierran, ¡la maldición permanece sobre usted!
Esta forma de enseñanza, ha logrado que la doctrina del diezmo hoy se predique como un misterio espiritual, y este misterio espiritual aparentemente es la llave a la bendición material que Dios quiere desatar sobre la vida del creyente que diezma. El entender cómo diezmar, y el demostrar fe por medio del diezmo es la clave para vivir una vida plena en Dios, para vivir la vida en abundancia prometida por Jesucristo, y para poder vivir en la plena investidura del poder del Espíritu Santo.
Ahora, cuando se trata de enseñar a diezmar, la predicación se basa en dos pasajes del Antiguo Testamento, nada más. A saber, el pasaje arriba citado, y Génesis 14 (la bendición abrahámica). La ley mosaica, inteligentemente es dejada de lado, aunque es la fuente más clara para comprender de qué se trataba el diezmo después de todo. Pero saben que no pueden hacer doctrina de la Ley, pues así la doctrina sería muy fácilmente refutada. Entonces, primero utilizan la amonestación profética de Malaquías-que fue dada en el contexto de la ley mosaica, aunque ellos dejan ese detalle de lado-y luego van bien atrás, a Abraham, para demostrar cómo la bendición sobre Abraham se liberó sobre su vida cuando él aprendió a diezmar.
A decir verdad, según nuevos descubrimientos de los embajadores del diezmo, éste viene en realidad del jardín del Edén. Los predicadores del diezmo declaran que el primer pecado de la humanidad fue el no diezmar. Según esta doctrina, el árbol de la ciencia era de Dios. La razón por la que Adán no debía comer de ese árbol es que de todos los árboles que habían en el jardín del Edén, y que habían sido dados al ser humano para su vida y su disfrute, el árbol que estaba en el centro del jardín representaba al diezmo. Al tomar del fruto de ese árbol, Adán hizo exactamente lo que Malaquías capítulo 3 condena, que es robarle el diezmo a Dios.
A decir verdad, no había peligro alguno en que el hombre desease el conocimiento del bien y del mal, y en el plan de Dios estaba darles ese conocimiento. Sin ir más lejos, la ley dada por Moisés era justamente la dádiva de Dios al hombre, otorgándole el conocimiento del bien y del mal. Sin embargo, el querer obtener lo que Dios nos iba dar en su tiempo, y querer obtenerlo por medio de un robo de aquello que le pertenecía a Dios, ese fue el pecado que causó la caída.
Los proponentes del diezmo obligatorio continúan con la historia demostrando que el primer homicidio también fue sobre el diezmo. El diezmo era un secreto tan poderoso para la bendición del ser humano, que Adán --quien lo había tenido que aprender por las malas-- le transmitió este secreto de eterna riqueza a sus hijos, Caín y Abel. Abel parece que tuvo el mismo problema de su padre, que se rehusaba a diezmar, y así y todo Dios estaba más complacido con Abel que con Caín, quien era un fiel diezmador. Esta fue la razón de la envidia de Caín, y por eso Caín se levantó contra su hermano y lo mató. Es decir, Abel murió porque no pagaba el diezmo. Ahora, si es así, y si el primer pecado fue el no diezmar, y el primer homicidio de la historia vino por causa del diezmo, entonces claramente el diezmo es algo muy importante, y no es simplemente un acto de adoración religiosa. Claramente se puede ver que el diezmo está cargado con poderes positivos intergalácticos, que desatan, desencadenan, liberan un nivel de bendición sobre la vida del creyente que nada más logrará.
Aquellos que saben cómo predicar del diezmo, lo llevarán ahora a la historia de Abraham. Dios se le aparece a Abraham y le da una promesa, la promesa es que él sería fructífero, que prosperaría, y que él sería heredero de la tierra. Esta es la promesa del Evangelio, según ellos. Y esta es la misma promesa que Dios le había predicado a Adán y a Eva cuando les dijo, "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla," (Génesis 1:28). Vale aclarar aquí que, según los embajadores del diezmo, ese es el mensaje del Evangelio. Preste atención, mi hermano. Según estos predicadores, el mensaje del Evangelio es ser fructífero, multiplicar, y heredar la tierra. Pero para heredar las promesas, Abraham debía diezmar. Solo que él no lo había entendido todavía.
Y a Abraham le cuesta entender el misterio del diezmo. Sin embargo, Dios sigue trabajando con él. Dios obra en su corazón a través de los años, y cuando Abraham tenia casi 100 años de edad, él entiende finalmente la grandeza del misterio del diezmo. Es por eso que en Génesis capítulo 14, luego de liberar Lot y a los suyos, junto con todos los demás cautivos de Sodoma, la Biblia dice esto: "Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo." (Génesis 14:18-20)
El sacerdote del Dios altísimo se le aparece a Abraham, y le predica el Evangelio, declarándole que él --Abraham-- sería el poseedor de toda la tierra. Preste atención nuevamente, y vea cómo se cambian las cláusulas gramaticales en el texto, cuando estos predicadores se ponen hablar. La palabra Hebrea traducida aquí en la RV60 como creador, fue traducida en otras versiones como Señor o poseedor. Esta palabra describe un atributo divino, que es la omnipotente soberanía de Dios el creador, y su dominio absoluto sobre toda la tierra.
El versículo no dice que Abraham era el poseedor de toda la tierra, sino que Dios es el poseedor de toda la tierra. Sin embargo, en la predicación del diezmo, ellos lo hacen a Abraham el poseedor de toda la tierra. Y como Abraham creyó al mensaje del Evangelio que le predicó Melquisedec (es decir a la promesa de que él sería el heredero del mundo entero), Abraham tomó la comunión (al participar del pan y de la copa de mano de Melquisedec), y en señal de fe --la fe por la cual él heredó la promesa de la salvación y de las riquezas espirituales y materiales que Dios le había prometido-- Abraham le da al sacerdote de Dios --quien era el único autorizado por Dios para recibir el diezmo de mano de Abraham-- diezmos de todo lo que recibió. Cuando él hizo eso, la bendición prometida a Abraham tantos años atrás, finalmente vino sobre su vida.
Por esta razón, según cuentan estos mafiosos, cuando el rey de Sodoma quiere ofrecerle dinero, Abraham rehúsa. Porque él ahora tenía una profecía sobre él, de que sería el poseer la tierra. Abraham había tomado la comunión, había pagado sus diezmos, había recibido la bendición de Melquisedec, y por lo tanto sabía que él ahora sería más rico que nunca. Y todos vivieron felices.
Esta doctrina está tan errada en todos sus aspectos, que se ve a simple vista la falta de compromiso con la Palabra de Dios que existe en los corazones de aquellos que predican estas cosas. Cuando un feligrés recién convertido, sin conocimiento de la Palabra de Dios, escucha desde el púlpito que la forma de recibir la promesa del Evangelio --que es por fe-- es dando el diezmo, y que eso abrirá las puertas del cielo sobre cada aspecto de su vida, dándole una calidad de vida y de espiritualidad que nadie jamás habría pensado para él, la persona lo hará. Y la razón por la que la persona lo hará, es porque este mensaje juega con el egoísmo de la persona, juega con la avaricia del hombre, y ahí mismo le ofrece al hombre en su pecado exactamente lo que el hombre quiere: comodidad y dinero. Especialmente, cuando se saca al diezmo de su contexto mosaico, y se lo pone en Génesis, y se lo explica como la causa del pecado y de la caída del hombre, y como la causa del primer homicidio, y como la causa de la promesa abrahámica.
De más está decir, que cualquiera que tenga un conocimiento sólido de las Escrituras, sabrá que esto es una mentira de principio a fin. Sin embargo, este mensaje no está dirigido a cristianos con sólido conocimiento escritural, sino que está dirigido a cristianos carnales y a neófitos espirituales. Un cristiano carnal se sentirá bien diezmando, pues lo ayudará a aplacar su consciencia que lo acusa por la vida de pecado que lleva; y un neófito diezmará en obediencia a Dios (o así lo piensa él), porque alguien le enseñó que Dios así lo manda.
Ahora, hay que entender lo siguiente: como vimos en la parte 2, el diezmo no apareció en la Iglesia Protestante porque era una doctrina apostólica que debía conservarse, sino que apareció en la Iglesia Protestante como algo heredado, copiado, recibido de la Iglesia Católica. El diezmo, en sus principios, no encontraba cabida en la Iglesia, y por siglos se refutó constantemente. Eso era ley levítica, para ser utilizada en el tiempo del reino teocrático de Israel, y no tenía aplicación práctica en la Iglesia cristiana.
Es más, como hemos visto en la parte 2, una de las razones de la Reforma Protestante, era la doctrina del diezmo con la que los curas católicos extorsionaban a la gente, para que les dieran plata. Reitero: los protestantes existimos, entre otras cosas, a modo de protesta contra la doctrina del diezmo. Esas son nuestras raíces, hermano, entiéndalo por favor.
Desafortunadamente, con el tiempo, esta tradición se terminó justificando como doctrina cristiana, y se terminó enseñando en todas las iglesias. Y aquellos que fueron lo suficientemente audaces para explotar esta doctrina a todo su potencial, terminaron fundando el evangelio de la prosperidad.
Mezclando la mentira con un poco de verdad
Hay un peligro muy inminente en la doctrina del diezmo, y es el siguiente: esta doctrina no es un cien por ciento mentira. Sino que es una mezcla de fracciones de la verdad, con mucha mentira. Y esta doctrina hace uso y abuso de una realidad espiritual que podemos ver en el Nuevo Testamento, que es esta: "Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir." (Lucas 6:38) Y en el Nuevo Testamento, el que siembra abundantemente, abundantemente cosecha, y el que siembra escasamente, escasamente también cosecha. (2 Corintios 9:6) Y esto va de la mano con la promesa del Antiguo Testamento que dice: "Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás;" (Eclesiastés 11:1) que también va de la mano con esta promesa: "A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar." (Proverbios 19:17) Así que evidentemente existe un principio espiritual ligado al dar. Sin embargo, todas estas promesas no están vinculadas con el acto de diezmar, sino con la generosidad liberal de la persona, con el dar por amor a Dios, de la misma manera que Dios nos a nosotros, y hacerlo de manera voluntaria, sin un monto fijo requerido por mandato legal, sino en señal de agradecimiento, y porque amo a Dios y amo a la gente.
En algunos casos, podemos ver que el diezmar ha traído buenos resultados. Porque al diezmar, la persona estaba dando. Y la persona fue bendecida por Dios, pero no porque estaba diezmando, sino porque estaba dando. Sin embargo, al ver resultados positivos, la gente piensa que estos resultados vienen por el diezmo y que este efectivamente es el secreto a la bendición. Y eso es algo peligroso, porque el principio espiritual de la generosidad y la bendición puede ser mal usado por ministros que no tengan las más puras intenciones en el corazón. Si usted realmente quiere ser bendecido por Dios, sea de bendición. Ese es el principio espiritual bíblico que se trasluce a través de los pasajes citados en los párrafos anteriores. Pero esto no significa que si usted quiere ser bendecido por Dios, tendrá que darle el diez por ciento de todos sus ingresos a un ministro religioso para, de alguna manera, "activar" la bendición, que de otra manera permanecerá dormida.
Ahora bien, a modo de reflexión, y para terminar ya esta parte 3 de la doctrina del diezmo, quiero proponer un cálculo matemático lógico:
Se estima hoy que, en Argentina, una familia modelo, necesita 30 mil pesos mensuales para no estar debajo del nivel de pobreza. Ahora, imagínese que yo, pastor, tengo 100 familias en mi congregación, todos cobrando humildemente, entre 20 a 30 mil pesos mensuales. A todo ellos, yo les enseño a diezmar (a diezmarme a mí). Esto me terminará dando una ganancia de... 200 a 300 mil pesos mensuales, ¿verdad? Aunque solo la mitad de la iglesia diezme, tendré una ganancia de 100-150 mil pesos mensuales... de una congregación de familias que están luchando el mes a mes.
Entonces, ¿cómo puedo yo, pastor, predicar el vivir por fe? ¿Cómo puedo enseñarle al pueblo a confiar en Dios como su proveedor... cuando yo no necesito confiar en Dios, pues tengo un augusto pasar, cobrando los humildes diezmos de los que ponen el hombro todos los benditos días, trabajando para mantener sus familias, y para diezmar... así Dios no los maldice?
¿Se da cuenta del problema que se presenta cuando hacemos doctrina de algo que no es doctrina?