La música en la iglesia

Hubo una época en la vida de la Iglesia, en la que el tema "música" no se discutía. No por una cuestión de sumisión ciega, y legalisms, sino porque simplemente no había música en la iglesia. No se usaban instrumentos, no habían micrófonos, no había tanta técnica, y todo lo que tenía que ver con la adoración en la iglesia, no tenía nada que ver con la música.
Durante esa época, la adoración era más pura, más entregada, más una actitud viva del corazón, que una parte del servicio religioso. Durante esos tiempos, cuando el pueblo de Dios venía a adorarle, lo hacía por amor. En esa época, los verdaderos adoradores podían adorar en espíritu y en verdad, porque no se discutía tanto acerca del volumen, ni de los instrumentos, ni de los estilos musicales, ni nada eso, sino que cuando el pueblo venía a adorar, cada uno traía salmo, doctrina, lengua, revelación, y todo se hacía bajo el Espíritu, y todos eran parte del servicio (1 Corintios 14:26), y Dios era todo en todos.
En aquel entonces, el servicio a Dios comenzaba con conocerle a Él. La gente no venía a las reuniones por ninguna otra razón, que no sea conocerle a Él. El apóstol Pablo dice:
La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales (Colosenses 3:16).
Este versículo suena un tanto alarmante, si se lee cuidadosamente: Aquí el escritor sagrado dice que cuando la palabra de Cristo mora en abundancia en nosotros, lo que naturalmente sucede es que los distintos miembros del cuerpo de Cristo se exhortan unos a otros en toda sabiduría, y el resultado de esa actividad espiritual en la Iglesia-esa operación del Espíritu de Dios en los corazones-es que la verdadera alabanza a Dios fluye en salmos, himnos y cánticos espirituales.
¿Querrá decir esto, que si tenemos que dar tanta importancia a los aspectos técnicos de la alabanza y la adoración de hoy, y que si debemos organizar nuestros servicios como si fueran conciertos, que probablemente esto se deba a que la palabra de Cristo no abunda en nosotros, y por esa razón, el Espíritu Santo no se está moviendo como lo hacía antes?
Escudos de oro, y escudos de bronce
Cuando hablamos de la obra genuina de Dios en la Iglesia, y de la imitación humana de la obra de Dios, en la historia del rey Roboam, hay un fragmento que debería al menos captar nuestra atención. El texto dice lo siguiente:
Al quinto año del rey Roboam subió Sisac rey de Egipto contra Jerusalén, y tomó los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, y lo saqueó todo; también se llevó todos los escudos de oro que Salomón había hecho. Y en lugar de ellos hizo el rey Roboam escudos de bronce, y los dio a los capitanes de los de la guardia, quienes custodiaban la puerta de la casa real. Cuando el rey entraba en la casa de Jehová, los de la guardia los llevaban; y los ponían en la cámara de los de la guardia (1 Reyes 14:25-28).
Recordemos, primeramente, que en la Biblia, el oro representa la realeza de Dios. Por esta razón, todo el mobiliario del tabernáculo debía estar recubierto en oro. Y el escudo, es símbolo de protección.
Ahora, veamos lo siguiente: cuando, en medio de la apostasía del pueblo, la protección real de Dios es quitada, lo primero que hace el lider carnal es reemplazarla por algo que se le asemeje. Si los escudos de oro son quitados, los reemplazan con escudos de bronce. Lucen muy parecidos, sin embargo, la esencia del bronce es drásticamente diferente a la del oro.
¿Podrá ser, entonces, que estamos haciendo algo similar en nuestros días? ¿Será posible que, quizás, a falta de un genuino mover de Dios en nuestro medio, lo estemos fabricando con obras humanas?
De la guitarra criolla a las danzas y panderos
Yo nací en la época del pastor Reye. Pocos lo recordarán hoy, pero este hombre, que partió cuando yo tenía alrededor de 4 años, fue el fundador de la Iglesia Los Olivos (luego: Fundación Argentina Para Cristo).
Yo tengo muy pocas memorias de aquel pastor. Sin embargo, me cuentan que él sólo se sabía un "corito", y era el famoso: "Alegres los creyentes." El coro dice así:
Alegres los creyentes,
Alegres los creyentes,
Alegres los creyentes que alaban al Señor.
Ya no hay tristeza,
Ya no hay dolor,
Para los creyentes que alaban al Señor.
Eso es todo. Y, según me comentan los que lo conocieron mejor, eso es todo lo que él sabía desafinar.
Sin embargo, muchas veces él subía al púlpito, levantaba los brazos, y la presencia de Dios caía de una manera tan fuerte, que ni predicar podía.
Yo recuerdo que en aquella época, iglesia donde usted fuese, vería mas o menos la misma instrumentación: un órgano, o una guitarra (en algunos casos muy especiales, y más sofisticados, hasta podría encontrar una guitarra y un órgano).
¿Quién dirigía la alabanza? Cualquiera. Este hermano cantaba dos coros, aquella hermana seguía cantando otros dos o tres coros, alguno que cantara un poco mejor venía y dirigía un himno... y así seguía la reunión.
No se preocupaban tanto por el profesionalismo de cómo sonaba, ni de la perfecta progresión de acordes, ni de la meticulosa armonía entre las voces... El pueblo venía a adorar al Señor, y el Señor lo sabía.
¿Pero cuál es la realidad de hoy?
Esta mañana fui a visitar a una iglesia muy grande, y esto es lo que vi: en primer lugar, no hay luces alumbrando el auditorio, solamente la plataforma. Las pocas luces que hay más a los bordes, son luces bajas. El volumen bien imponente, música a nivel profesional, luces de colores, un poco de humo... un show increíble. Una vez, un diseñador de escenario que trabajaba para una iglesia grande, me dijo que todo esto se hace para promover un estado psicológico en el que la persona estará más propensa a la adoración. Pobres los hermanos de la iglesia primitiva, que no tenían nada de eso. Ellos no sabían nada de adoración.
Sin embargo, ¿cuántos realmente están adorando hoy en nuestros templos? Si tuviésemos de desenchufar los parlantes, apagar los micrófonos... si todo ese sistema de sonido no estuviese: ¿escucharíamos al pueblo alabar a Dios? ¿O nos hemos acostumbrado a ir al templo, y ver cómo otros alaban al Señor por nosotros? ¿Será que ponemos el volumen a todo lo que da, para que no se note que el pueblo no está cantando?
Incluso he visitado iglesias en las que, al no haber músicos talentosos, lo que hacen es poner música de artistas cristianos, y los que están adelante "dirigiendo", en realidad están bailando con panderos, con paños de colores... y lo que se oye es la música que están reproduciendo por el equipo de sonido. Y si usted mira a la congregación... ya nadie está adorando a Dios.
Pero, sinceramente, ¿cómo adorar al Señor en un ambiente así? ¿Cómo adorar al Señor, cuando los dirigentes de la iglesia, alevosamente están tratando de poner un show en vez de animar a la congregación a entrar por Sus puertas con acción de gracias, por Sus atrios con alabanzas? Yo mismo, no podía concentrarme en la adoración, con todo el batifondo de cosas que se hacían.
Estilos para todo gusto
Si antes la alabanza a Dios se caracterizaba por ser pura, distinta, única en comparación a la música del mundo (incluso cuando se hacía profesionalmente), hoy lo único que podemos decir es que, como iglesia cristiana, tenemos tan poca creatividad, y tan poco amor por el Señor, que lo mejor que se nos ocurre, es agarrar cualquier estilo que el mundo invente, y aplicarlo en nuestros templos.
Desde la "cumbia villera," hasta el "death-metal," todo vale. No importa que tantos de estos estilos se hayan inventado con el fin de promover la anarquía contra Dios. No importa que los primeros rockeros cantaban de drogas, de sexo libre, de muerte, y en muchos casos, proferían blasfemias contra Cristo mismo... Todo eso no importa, si le cambiamos la letra, el estilo ahora es cristiano.
Hay bandas de rock "cristiano" que hoy interpretan un estilo muy similar al de Morduk (una banda de death-metal satanista, cuya entrada a muchos países ha sido prohibida, por el nivel de violencia que su música promueve). En una de sus canciones, se puede oír al cantante gritando: ¡Jesucristo sodomizado! Y sin embargo, hay bandas "cristianas" que copian exactamente el mismo estilo de música, la misma distorsión de la voz, la misma violencia en el estilo: todo igual, solo que ahora, "la letra es cristiana."
Y pensar que Dios mató a dos de los hijos de Aaron por ofrecer fuego extraño delante del Señor, y no solo eso, sino que le prohibió a Aaron su padre llorar por sus hijos, pues esos dos hijos, habían sido muertos por el Señor, porque ellos habían profanado el tabernáculo con fuego extraño.
¿Y nosotros? Los saltos, los gritos, las luces de colores, los estilos mundanos, las letras (que adoran a Dios menos y menos, y adoran más a lo que nosotros sentimos cuando "adoramos a Dios..:"), ¿qué debería hacer Dios, si aplicara la misma radicalidad que manifestó contra los hijos de Aarón?
Del ruido al silencio absoluto
Hace no mucho, fui a predicar a una reunión de jóvenes, y mi hija de 10 años vino conmigo. Recuerdo ver su cara de incomodidad, y casi de miedo, al ver la alabanza estilo Hip-Hop, también con todo el ruido, luces, y todo lo que hoy se hace... pensando que eso es adoración. Recuerdo que, más de una vez, me miró diciéndome: "Papá, ¿podemos ir a casa? No me gusta este lugar." Pobre niña. Ella nació y creció en Asia, en un país con persecución religiosa, donde la alabanza tiene que ser mucho más simple, y genuina, pues la fe cristiana es una ofensa al Estado. Ella jamás había visto todo esto dentro de una iglesia.
Recuerdo que, en esa ocasión, prediqué por casi dos horas. Hablé de la evidencia de la salvación. Hablé de la esencia del cristianismo. Hablé de la necesidad de examinar nuestra vida según la Palabra de Dios ordena, para ver si realmente estamos en Cristo, o no. Luego de la prédica, oramos todos juntos, por un largo rato. Ya se podía respirar un aire diferente en el lugar. Se respiraba una reverencia y un temor hacia Dios, que los músicos ni siquiera atisbaron a subir a la plataforma.
Despedí a la congregación sin música, sin alabanzas... sin nada. El director del culto subió, y casi susurrando, despidió a la asistencia, diciendo: "Dejémoslo así, y no arruinemos lo que Dios empezó." El pastor mismo me dijo: "Es la primera vez que los veo así: no se movió una mosca durante todo el sermón. Normalmente se levantan, van y vienen. Hoy estaban todos tan atentos."
Al final del culto, varios jóvenes, de esos que nosotros creemos que "necesitan" todo el ruido y la mundanalidad, pues si no, "no vendrán más a la iglesia;" varios se me acercaron con lágrimas en los ojos, a decir: "Gracias por lo que dijiste."
Eso me hizo ver algo: los jóvenes en realidad no necesitan de todo el ruido que nosotros ponemos en las plataformas. La Iglesia verdadera, no precisa de esas cosas. Lo que la gente viene a recibir, no es extasié, sino Palabra de Dios. Cuando un siervo de Cristo abre la Biblia, y predica nada más que la Biblia, y lo hace en el poder de Dios, el Evangelio de Jesucristo fluye con tanta fuerza, que no hace falta nada más.
Al final de esa reunión, percibí verdadera adoración: corazones quebrantados en silencio, arrepintiéndose delante de Dios: eso es adoración... todo el ruido con el que habían empezado... eran solo escudos de bronce.