Los apóstoles bíblicos y el movimiento neo-apostólico

Introducción
Cuando yo tenía 19 años, por llamado de Dios, mi familia dejó la Argentina, encaminada hacia Asia, donde hasta este año, estuvo sirviendo en el campo misionero. Por cuestiones de seguridad, he decidido no revelar la nación en la que servimos aquí (aunque muchos ya lo saben), pues aún tenemos gente allá, y no me gustaría que se vieran perjudicados por algo que yo escribo en la web.
Sin embargo, cuando nosotros nos fuimos, recuerdo que todo este movimiento apostólico-profético que hoy domina gran parte de la iglesia latina, estaba comenzando a crecer en Argentina.
Al principio parecía muy entretenido todo lo que ellos hacían, la palabra profética que traían, la nueva revelación que decían haber recibido. Sin embargo, a medida que el tiempo pasaba, más y más se evidenciaba que algo raro había en lo que ellos hacían.
Recuerdo que, cuando yo tenía 17 o 18 años de edad, fuimos invitados a una conferencia en Zona Sur (Buenos Aires), donde iban a ungir a un nuevo "apóstol." Mi papá se sintió muy reacio a toda la idea, pero como era amigo del pastor al que estarían ungiendo, asistió, y yo con él.
Durante el servicio, un tal apóstol Isaías fue invitado a hablar, y se pasó media hora dando palabras de prosperidad, de bendición, de renuevo, y de qué se yo cuántas cosas más (nota: no recuerdo verlo tocar la Biblia). Sin embargo, algo que me llamó mucho la atención fue lo siguiente: en el año 2004, en esta conferencia, el apóstol Isaías dijo que él, con un grupo de otros apóstoles, habían ido --por revelación divina-- a un lugar específico en la cordillera de los Andes, donde --según ellos habían recibido por revelación-- yacían los pies de un gran gigante, cuya cabeza estaba en Venezuela, y cuyos pies estaban en Argentina, que había estado dormido por muchos años. Ellos habían ido, y por la guía del Espíritu Santo (quién sabe haciendo qué clase de ritual, que esta gente hace), habían desatado los pies de este gigante, y que el gigante había comenzado a caminar.
Quiero recordar a todos mis lectores lo siguiente: en la década y media que siguió a ese episodio, Venezuela terminó en la más absoluta pobreza, idolatría y muerte (por hambre, asesinatos, y enfermedades), y la Argentina ha alcanzado un nivel de corrupción, depravación moral, tumultos sociales, y caída económica que es histórica en nuestro país.
Mi pregunta es, para todos estos apóstoles que fueron a desatar a este invisible gigante, cuyos pies yacían en la Patagonia Argentina y cuya cabeza descansaba en Venezuela: ¿Qué es lo que desataron? Pues según el apóstol Isaías, luego de lo que ellos hicieron, toda Latinoamérica (empezando por Argentina), experimentaría una era de bendición como nunca antes. ¿Dónde está el apóstol Isaías ahora, y cómo me explica que el resultado a lo que ellos hicieron halla sido tan opuesto a lo que ellos creían?
De eso ya hace más de 14 años (pues ese es el tiempo que yo estuve en Asia).
Pero ahora, resulta que a poco más de un año en mi país, y me doy cuenta que este movimiento ha tomado tanto lugar en nuestro medio, y se le ha dado tanta cabida en la Iglesia, que mucha gente vive confundida, escuchando palabras presuntuosas, sin jamás escuchar la Palabra de Dios. Digo yo, si el movimiento de estos nuevos apóstoles fuese verdadero, ¿no debería, el perfil de ellos, amoldarse al perfil de los apóstoles de Jesucristo? Usted sabe: humildes, sin enarbolar títulos, sin riquezas, voluntariamente pobres (en muchos casos, Pablo inclusive), y totalmente aguerridos en la Palabra de Dios y en el Evangelio de Jesucristo. ¿Cómo es que los apóstoles de hoy son tan distintos a los verdaderos apóstoles de la Biblia?
Así que, dado que hay poco conocimiento (o por lo menos, eso escojo creer, pues al menos me da un poco de esperanza pensarlo así) acerca del movimiento apostólico, y de lo que el verdadero ministerio apostólico es (según la Biblia), quiero poner en perspectiva lo que la Biblia enseña acerca de los apóstoles, para poder responder a una pregunta que tantos nos hacemos hoy, que es la siguiente: ¿es el apostolado un ministerio continuo en la Iglesia? Es decir: ¿Deberían haber apóstoles hoy?
Los 12 y Pablo
En el Nuevo Testamento, vemos que no cualquiera podía ser apóstol. Los apóstoles fueron, con excepción de dos, establecidos por Jesús durante Su ministerio terrenal, pues leemos que:
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó. (Mateo 10:1-4)
Luego de la traición y suicidio de Judas Iscariote, y antes del advenimiento del Espíritu Santo sobre la Iglesia, los apóstoles sienten de Dios buscar un reemplazo para Judas, pues era importante para ellos mantener el número. Jesús había ordenado a doce apóstoles, y ellos no continuarían el ministerio con once, pues evidentemente la voluntad de Dios tenía mucha importancia en aquella época --cosa que nos haría bien recobrar hoy.
De modo que los once, reunidos con muchos otros de los seguidores de Jesús, se proponen votar un reemplazo para el traidor. Ahora, habían ciertos requisitos que el apóstol debía cumplir, a saber, como regla general, "hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba." [Hechos 1:21-22]
El apóstol tenía como requisito haber sido un testigo ocular de todo lo que Jesús había hecho y enseñado. El apóstol debía haber estado allí, desde el bautismo de Juan, hasta la ascensión de Jesús. Esta regla no parecía estar abierta a negociación. Y en base a esta regla, la congregación de creyentes propone a dos hombres, que se ajustaban a los requerimientos necesarios para el apostolado, y Matías es escogido para tomar el lugar de Judas Iscariote.
El apóstol Pablo fue el único caso levemente diferente. Pablo no había estado allí, con el resto, durante todo el ministerio de Jesús. Sin embargo, el Cristo resucitado se le aparece en persona, experiencia que cambia la vida de este previo perseguidor de la Iglesia. En una visión, Dios le dice a Ananías "Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre." [Hechos 9:15-16]
Más adelante Pablo relata el episodio, diciendo que Ananías, al llegar, le habló con estas palabras: "El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído." [Hechos 22:14-15]
Pablo queda así ordenado, por ordenación celestial, apóstol a los gentiles. La confirmación de esto es que Pablo recibe el Evangelio por revelación del Espíritu Santo, de modo que cuando Pablo, catorce años más tarde, finalmente sube a Jerusalén, a ver a los que eran apóstoles antes que él, apóstoles como Jacobo, Pedro y Juan, no añadieron nada a su doctrina, sino que reconocieron que el mismo Evangelio que ellos habían recibido de Jesús en persona, Pablo había recibido por el Espíritu Santo. [Gálatas 2:6-9]
Así y todo, Pablo jamás se identificó como parte de los doce, sino que todos consideraban a Pablo un apóstol bajo circunstancias especiales, que Jesús había ordenado con el fin establecer la Iglesia en el mundo gentil, de modo que Pablo dice que "el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles." [Gálatas 2:8]
[Observemos entonces lo siguiente, antes de continuar: según la regla bíblica que vimos al principio, todos los apóstoles de hoy deberían ser considerados como charlatanes e impostores, a no ser que se pueda comprobar primero que ellos efectivamente han estado in situ durante todo el ministerio terrenal de Jesucristo. Hasta el caso de Pablo, quien parecía ser la excepción a la regla (y por ende, nunca fue contado entre los doce) habla en contra de los apóstoles modernos. A no ser, claro está, que ellos puedan primero demostrar haber recibido el Evangelio por revelación del Espíritu Santo. Y si bien no dudo que más de uno diga haber recibido una nueva revelación de parte de Dios, para arrogarse un título que no le corresponde, para desgracia de todos los impostores modernos es que digo: la doctrina ya ha sido establecida por los verdaderos apóstoles, dos milenios atrás, y nada de lo que puedan decir hoy puede cambiar la doctrina establecida en el Nuevo Testamento.]
Ahora, debemos distinguir entre los apóstoles que escribieron la doctrina del Nuevo Testamento, y los otros apóstoles, que eran reconocidos como tales, por el perfil de ministerio que llevaban, pero que se diferenciaban en estatura y autoridad de los apóstoles de Jesucristo. El título apóstol (αποστολοσ) no estaba reservado a un grupo determinado en una organización religiosa, sino que simplemente significaba "enviado." Así que un emisario era un apóstol, un mensajero era un apóstol, un embajador era un apóstol. Este título no comenzó a usarse en la Iglesia, como algo religioso, sino que la Iglesia llamó "enviados" a aquellos hombres que habían sido enviados a cumplir una misión en determinada región.
Entonces, había un grupo de apóstoles que se diferenciaba de los 12, e incluso de Pablo. Se diferenciaban de ellos, no tanto en el perfil de obra que hacían, sino en la autoridad que tenían. Jesucristo había comisionado apóstoles, que contaban con una autoridad espiritual muy superior a todos los demás obreros que vendrían después. Los apóstoles comisionados por Cristo mismo, habían sido investidos con la autoridad de establecer la doctrina cristiana. La Biblia nos habla de esto al comienzo del libro de los Hechos, cuando, relatando la vida de la Iglesia, dice:
Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. (Hechos 2:42)
De ningún otro tipo de ministro, se ha podido decir que poseían autoridad doctrinal sobre la Iglesia, solo de los apóstoles. Y no de todos los apóstoles, sino de aquellos que habían sido comisionados por Cristo Jesús, nada más.
Sin embargo, la Iglesia continuó comisionando hombres que salían con la misión de predicar el Evangelio en otras tierras. En la época de los jesuitas, el término griego apóstolos (que se siguió aplicando a este segundo tipo de apóstoles, claro está) se tradujo al latín como misionaros. Estos son nuestros misioneros (gente comisionada por la Iglesia para expandir la predicación del Evangelio en otras tierras). Sin embargo, estos no poseen la autoridad apostólica que vemos en los 12, y en Pablo.
Quiero hacer mención de esta segunda categoría de apóstoles (misioneros) que ya se mencionan en el Nuevo Testamento, y luego abordardaremos el tema de la autoridad doctrinal que el apóstol comisionado por Jesucristo tenía.
Los otros apóstoles
Como hemos dicho ya, existen ejemplos bíblicos, en los cuales otros apóstoles son mencionados, y esto merece especial atención.
Dos de los pasajes en cuestión, son estos:
(1) "Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces." [Hechos 14:14]
(2) "Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo." [Romanos 16:7]
La pregunta a responder aquí es: ¿En qué forma eran Bernabé, Andrónico, y Junias, entre otros que se mencionan, considerados apóstoles? Pues bien, si uno mira el ministerio de estos hombres, se asemeja mucho al ministerio de un misionero actual: ellos eran comisionados por distintas congregaciones, a servir en la expansión del Reino de los Cielos en otros lugares, donde el Evangelio aún no había llegado. De modo que estos hombres habían sido comisionados (enviados) por la Iglesia, para predicar el Evangelio en otras tierras.
Sin embargo, ¿poseían estos hombres la autoridad conferida por Jesucristo mismo, para el establecimiento de la Iglesia y de la doctrina? Observando sus ministerios, veremos que no. Estos hombres enseñaban la doctrina que habían aprendido de otros. De modo que, debemos diferenciar la aplicación de la palabra apóstol en estos casos, siendo drásticamente diferente a los apóstoles de Jesucristo.
En su comentario del libro de los Hechos, Juan Calvino escribe:
Cuando Lucas llama a Bernabé apóstol junto con Pablo, extiende el significado de la palabra más lejos de la orden principal que Cristo nombró en su Iglesia; de la misma manera que Pablo describe a Andrónico y Junias estimados entre los apóstoles. Pero si tuviéramos que hablar correctamente, estos eran evangelistas y no apóstoles; a menos que, por el hecho de que Bernabé se hizo compañero de Pablo en el cargo, los pongamos a ambos en el mismo grado de oficio, por lo que podría ser verdaderamente llamado un apóstol.
Albert Barnes, por su parte, declara lo siguiente:
Bernabé es llamado apóstol porque fue enviado por la iglesia con un mensaje particular (Hechos 13:3, comparar Hechos 14:26), no porque hubiese sido escogido para la obra especial del apostolado-ser testigo de la muerte y resurrección del Señor Jesucristo. [Tomado del comentario bíblico de Albert Barnes.]
Por ejemplo, si observamos la ordenación de Bernabé, veremos que esta tomó lugar en la Iglesia de Antioquía, mientras que los profetas y maestros ministraban, y "dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado." [Hechos 13:2]
Algo similar se nos muestra más adelante, cuando luego del primer viaje misionero que Pablo y Bernabé hacen juntos, ellos "navegaron a Antioquía, desde donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido." [Hechos 14:26]
Ahora, Bernabé no había recibido el apostolado de parte de Jesucristo, sino que por orden del Espíritu Santo, la iglesia envía a estos hombres a hacer una labor determinada. En el sentido literal de la palabra, ellos habían sido enviados, y en ese sentido se puede decir que Bernabé era un apóstol de la Iglesia.
Por lo tanto, estudiando más detenidamente la descripción de los ministerios de todos estos hombres, podemos ver que tanto Bernabé, como Apolo, como Silvano, Epafrodito, Andrónico y Junias, eran evangelistas en otras tierras, o como los llamamos hoy, misioneros. De modo que estos eran considerados apóstoles en el sentido de uno que sale al campo con una misión. Mas eso no significa que estos hombres se unieron al mismo cargo y oficio de los apóstoles de Jesucristo, ni que fueron llamados al ministerio del apostolado como los doce, de modo que no contaban con la autoridad apostólica, que estaba reservada solo para los doce, y más tarde, Pablo.
La autoridad apostólica
Más de una vez hemos mencionado ya la llamada "autoridad apostólica" o bien la "autoridad doctrinal" que los comisionados por Jesucristo habían recibido, y creo que este es el tema fundamental, para decidir mejor nuestro caso, sobre la autenticidad del ministerio neo-apostólico que hemos estado viendo por varios años ya.
Es digno de notar que la razón por la que hoy día vemos tal proliferación de nuevos apóstoles, y parecería que cualquiera puede ser nombrado apóstol, es porque este cargo venía con una unción y una autoridad que sobrepasaba a la de cualquier otro ministro u obrero en la Iglesia, ya que los apóstoles de Jesucristo eran los encargados de establecer la doctrina. Como hemos visto ya, el segundo tipo de apóstol, aquellos que eran comisionados por la Iglesia como evangelistas en otras tierras (en latín misionaros, en español misioneros), siempre existieron en la Iglesia (desde la Iglesia de Antioquía). Sin embargo, el cargo apostólico que vemos en los 12 (y paralelamente, en Pablo), no continuó como un ministerio de la Iglesia normal...hasta que, a fines del Siglo XX, un grupo de super-apóstoles lo revivió. Esto debería llamar nuestra atención, pues si este es realmente un ministerio auténtico, ¿habría permitido el Espíritu Santo que cese por tantos siglos?
Tengamos en cuenta lo que vemos en la actualidad, cuando observamos a todos estos apóstoles de hoy: Constantemente, estos tratan de ponerse a la altura de los doce. Yo he oído a Cash Luna contradecir y criticar a Pedro, pues claro está que si Cash Luna es un apóstol, el apóstol Pedro es un simple colega suyo, ya que ambos están al mismo nivel. Los apóstoles de hoy se reservan el derecho de enseñar cosas "nuevas" que no aparecen en las Escrituras, pues si ellos son verdaderos apóstoles, ellos tienen esa autoridad.
Mas si es así, tenemos que abrir el canon bíblico, y sujetarlo a correcciones constantes. Si estos apostoletes de hoy, están a la par de los doce, entonces no podemos tener una Biblia propiamente dicha, sino que debemos mantener nuestro canon abierto. Pues en cualquier momento, el Espíritu Santo le dará a estos "apóstoles" nueva revelación doctrinal, que deberá ser incluida en el canon, para las generaciones venideras, como sucedió en el primer siglo.
Usted verá, la doctrina del Nuevo Testamento sostiene que los apóstoles fueron levantados por Jesucristo para poner los fundamentos de la Iglesia en el mundo. Esto lo hemos mencionado ya, mas quiero ahondar un poquito más en este tema. Ya leímos que la Biblia nos enseña que los hermanos de la Iglesia primitiva "perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones." [Hechos 2:42]
Nótese que el episodio bíblico no dice que perseveraban en la doctrina de Jesucristo, sino en la doctrina de los apóstoles. Claro está que la doctrina no venía de ellos, sino de Cristo, y ellos la recibían por revelación directa del Espíritu Santo. De la misma manera que Cristo testificó que Su doctrina no era Suya, sino del Padre que lo había enviado. [Juan 7:16]
Y de la misma manera que Cristo tenía la autoridad del Padre para enseñar la doctrina del Reino de los Cielos a la humanidad, los apóstoles contaban con una unción especial, y una autoridad espiritual, por la cual ellos establecieron la doctrina cristiana. Esta fue la forma que le agradó al Padre. Esta fue la misión para la cual Cristo los llamó, y esta fue la labor para la cual el Espíritu Santo los equipó.
La sucesión apostólica plus-ultra
Si vamos a colar todas las nuevas tendencias por medio de la Palabra de Dios, deberíamos tener en mente algo que es de suma importancia para entender el dilema del apostolado moderno: la historia nos muestra que los apóstoles vivieron, trabajaron y murieron, sin dejar sucesores.
No vemos en el libro de los hechos que más y más apóstoles fueran nombrados para garantizar una continuidad del oficio apostólico en la Iglesia --como lo hacen los mormones-- sino que el ministerio apostólico fue desarrollado por un puñado de hombres que Jesucristo mismo había comisionado: los doce, y luego Pablo.
De nuevo, los que sí continuaron siendo comisionados eran la segunda categoría de "enviados," esos que se limitaban al evangelismo y a la enseñanza de la Palabra en otras tierras (los misioneros, que hasta el día de hoy, continúan siendo enviados). Sin embargo, en la Biblia no se ve una continuidad de ordenación de apóstoles, para garantizar que los 12 tuviesen sus respectivos sucesores. Pablo le escribe a Timoteo, cuando estaba a punto de ser ejecutado, y no hace ninguna mención de su futuro sucesor. Juan no anuncia en sus cartas quién lo sucedería a él luego de su muerte... Es interesante considerar que la Biblia sí nos cuenta sobre la sucesión del ministerio profético de Elías, en la persona de Eliseo... ¿Pero por qué entonces no nos dice nada acerca de la sucesión apostólica? ¿Será porque tal cosa no existió en la iglesia primitiva?
Si vamos a la historia, veremos que la sucesión apostólica no se practicó en la Iglesia cristiana, hasta el establecimiento del papado en la Iglesia Católica Romana (sí, fueron ellos, los católicos, los que determinaron que un sucesor de los apóstoles debía permanecer en la "silla de Pedro," para perpetuar la doctrina a todas las generaciones).
Ahora, recuerde que, parte de la protesta de Marín Lutero, fue el papado. Los Reformadores sostenían que el papado no era un ministerio bíblico auténtico, y que la sucesión apostólica era una mentira de la iglesia católica, para poder así tener autoridad doctrinal sobre los plebeyos, dictando cualquier nueva enseñanza que les convenga a ellos, para enriquecerse a cuesta de la ignorancia de la gente.
Pensemos, por favor, mi hermano, en la gravedad de este asunto: la Reforma protestante se suscitó, entre otras cosas, porque la Iglesia Católica Romana se arrogaba el derecho de establecer nuevas doctrinas, por medio de la sucesión apostólica en la persona del Papa... Y ahora, nosotros, los protestantes, los que una vez rechazamos la sucesión apostólica como falsa y fraudulenta... hoy la hemos aceptado de una manera muchísimo más alevosa que la misma Iglesia Católica Romana. Ellos, por lo menos, practican la sucesión apostólica por medio de un hombre, ¡nosotros tenemos miles! ¿Se da cuenta del daño que este movimiento nos ha causado? Aquellas mentiras satánicas de las cuales la Iglesia Protestante se desligó durante la protesta... hoy han vuelto a golpear nuestras puertas, y no solo que las hemos aceptado, ¡sino que les pusimos la alfombra roja!
Fundamentos, ayer y hoy
La Biblia dice de nosotros, la Iglesia, lo siguiente:
Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo... [Efesios 2:19-20 --énfasis del autor]
Y finalmente, en el libro de Apocalipsis, cuando se describe la nueva Jerusalén que desciende del cielo, leemos esto:
Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. [Apocalipsis 21:14 --énfasis del autor]
Esto nos muestra claramente que los apóstoles y su doctrina literalmente fueron los fundamentos de la Iglesia. ¿Pero sabe qué, hermano? Una vez echados los cimientos de una edificación, ya no hay más necesidad de echarlos otra vez. Por lo tanto, la dispensación de los dones en la Iglesia responde a tiempos y épocas. Cuando la Iglesia estaba siendo establecida, era necesario de un ministerio apostólico que estableciese las bases doctrinales sobre las cuales la Iglesia continuaría siendo edificada, hasta el retorno del Señor. Pero... una vez establecidas las bases, ¿acaso no hemos de continuar edificando hacia arriba, en vez de re-establecer bases que ya fueron establecidas? ¿Se da cuenta cómo, por medio de las Escrituras, podemos ver que el ministerio apostólico no fue necesario luego de la muerte de Juan? Y si no es necesario tener más de aquellos que establecieron los fundamentos... ¿acaso el Espíritu levantará nuevos fundamentos, cuando no hace falta volverlos a establecer?
El ministerio apostólico ha cesado, pues ya no hay más necesidad para el mismo. Los cimientos, una vez establecidos, no vuelven a establecerse, ni se continúa poniendo cimientos sobre los cimientos ya puestos, sino que, una vez establecido el cimiento, la edificación continúa hacia arriba, sin necesidad de volver a los fundamentos.
Si aplicásemos la idea del movimiento neo-apostólico moderno a la arquitectura, se asemejaría a un constructor que establece los cimientos, se pone a edificar, y cuando llega al tercer piso, pone nuevos cimientos, y cuando llega al quinto piso, pone nuevos cimientos otra vez. Irrisorio, ¿verdad? Aveces ayuda tener un poco de sentido común.
La Biblia enseña, y la historia confirma, que Iglesia primitiva no continuó ordenando apóstoles, sino que estos cesaron con la muerte de Juan; y la Iglesia continúa edificándose en Cristo, sobre los fundamentos ya establecidos por aquellos hombres. De modo que, por doctrina bíblica, por evidencia histórica, y por razón misma de su función ministerial, debemos rechazar el movimiento apostólico moderno, y botarlo al basural de inventos de ignorantes.
El término de apóstol que se utiliza hoy en la Iglesia Evangélica moderna contradice todo paradigma ministerial establecido en las Sagradas Escrituras, y lamentablemente 369 millones de personas en el mundo hoy han sido influenciadas por este movimiento apostólico satánico que ha explotado en Sudáfrica y Sudamérica.